lunes, agosto 22, 2016

Hubo muchas flores en tu funeral...

Escribí pensando que era una buena manera de explicar brevemente lo que había pasado: El lunes fue sometido a una intervención del corazón, y hoy jueves 18 de agosto su corazón decidió ya no seguir adelante. Hoy se fue un amigo muy querido…
Han pasado algunos días y creo que la pena más grande no es mía, pero me parece que una vez más lo sucedido no debió pasar…
Cuando en la primera semana de junio me platicaste que tenías cáncer en el riñón, pensé que íbamos a pasar una temporada un poco difícil y me invadió la necesidad de creer que todo saldría bien, aunque la verdad tenía mis dudas; pero gracias al buen resultado de tu operación y a tu fortaleza física, el susto pasó y tuve oportunidad de decirte lo importante que eras y los deseos que teníamos de que todo saliera bien. Cuando a principios de agosto dijiste que te debían operar del corazón, ya no me preocupé tanto, porque todos (hasta yo) decían “esta operación es rutina, es mucho menos riesgosa que la del riñón y estás en manos de los mejores, no te preocupes” y hasta el domingo me dijiste “Aquí nos vemos el jueves” como asegurando que la operación y la recuperación serían solamente un trámite para estar mucho mejor, lleno de vida y con todo para seguir adelante.
Hubo muchas flores en el funeral, casi todas blancas, y pude ver que muchos de los que llegaron realmente lamentaron tu partida, porque seguramente les diste a probar tu cariño, tu apoyo desinteresado y tu optimismo, que generalmente se hacían presentes cuando algún problema los rondaba.
Quien te conoció muy bien dice que eras un buen hombre, y yo también lo creo, y lamento no haberlo dicho muchas veces cuando estabas vivo, cuando me preguntabas por Bruno aún antes de nacer y cuando de maneras diversas me preguntabas si había algo en lo que me pudieras apoyar. Te agradezco todo el cobijo y el ejemplo, todo el altruismo y las pláticas llenas de ti, de tu irreverencia y a la vez cargadas de tu experiencia, que compartiste nomás por el puro gusto de hacerlo.
Tus temores y tu mal genio, tus intolerancias y tu buena disposición para apoyar a “tu gente” hacían de ti una persona excepcional, admirable y predecible.
Seguramente que ya estás al lado de tus extrañados padres, tal como durante años lo deseaste. Descansa en paz, aunque yo te quisiera para seguir apoyándome, para contar contigo, para platicar…


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