jueves, octubre 06, 2011

La alegría de existir en el recuerdo


En mayo decidiste que ya era hora de partir, con tus 102 años de buena vida, de amor por seguir adelante y de optimismo a prueba de lo que sea.

Cuando no había fruta para que tus hijos comieran, ni zapatos, la solución y la esperanza no estuvieron lejos de tu ánimo, de tu perspectiva de ser de dios, cobijada y atendida por su voluntad…

Con tus tres hijos de voluntades y realidades tan distintas, criados todos “al día”, con lo que salía de la lavada y la planchada, con sus propios medios, boleadas y favores que llevaban alegría por tener, que se sumaba a la alegría del corazón que siempre fue tu bandera, y que trataste de sembrar con raíces fuertes en ellos…

Misión cumplida, Doña Concha, porque tu sabías que estar bien era una obligación, una obligación de dios, y te gustaba cumplir con ella, comiendo lo que hay con gusto, en las fiestas, con el antecedente de otros festejos y de tiempos de carencias, con la idea de disfrutar de esta vida, tan bonita, que cuesta imaginarte, saberte fuera de ella...

Dentro de poco será el festejo de “todos santos”, como tu le llamabas, será la primera vez que te pongamos una veladora y una ofrenda por el día de muertos, que fue toda tu vida, la celebración más importante del año, como la gran oportunidad de volver a tener de visita a los que ya murieron, te tendremos a ti, y festejaremos y comeremos, y sabremos que aquí estás, gozando nuevamente de la vida, de la muerte, de la alegría de existir en el recuerdo, de la convicción creadora de esta tradición, que tanto bien nos hace, que tanto bien te hizo…

(en la foto, Doña Concha con sus tres hijos y Yo, de festejo en 2007)

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miércoles, octubre 05, 2011

La mamá de Bruno

Esa persona que me cautivó por su seguridad y su indepen- dencia, y que se fue constru- yendo a sí misma con paciencia y una larga lista de esfuerzos, a veces formaditos y a veces amontonados, capaz de tirarse al vacío por elección propia y no como única posibilidad, ahora se ha convertido en madre…

El niño que ha tenido la fortuna de ser su hijo, tiene frente a él, a una hermosa señora sabia, que le va pasando gradualmente su templanza, su paciencia y perseverancia, su confianza en el futuro y le hará entender, tal vez hasta sin palabras, que todo en esta vida, hasta las cosas muy oscuras, tienen un lado claro, y ventajas; le inspirará para llenar su camino con amor, con el ejemplo…

Sus palabras y su mirada, arropan y arroparán a ese bebé, y lo harán hasta los 30 o más, porque para ella es parte de su naturaleza, como el águila con su polluelo, la loba con su cachorro…

Los gigantes mounstros, los mounstros grandes y los pequeños mounstros de ella, irán conociendo y conviviendo con los mounstros de su bebé, para conseguir mounstrosos carnavales de crecimiento mutuo, de intercambio de alegrías y de complicidad infinita…

En estos días, la madre está preocupada porque siente que las fuerzas no le alcanzan, o que la imaginación se le detiene, pero lo que ella no sabe es que está hecha de una madera especial, que no se hunde ni en la más terrible de las tormentas, que no se raja ni con el más intenso e inclemente sol, que no se quema, aunque todo esté ardiendo a su alrededor, porque es madre, y esta madera de madre es así, dura y suave, fresca y cálida, mágica y sabia, como la madre misma…

Si los encuentras en tu camino, verás lo que te digo, como una luz que los envuelve a ambos, como una música que los persigue, como un aroma que recibimos, y que contagia de esperanza, de alegría, de nuevos brios, porque están ahí, poniendo su granito, su gota, su vida por que sea mejor este lugar donde vivimos…

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