Doña Chepita
Libre, como siempre me pareció que eras, libre…
Ahora que ya nada te ata, ni siquiera ese cuerpo que después
de años ya no coopera y se llena de achaques, ahora que ya no hay fronteras ni
tiempos que te limiten, goza todavía más intensamente de tu libertad…
Creo que no te importó la imagen y por lo mismo tu imagen
era envidiable, llena de franqueza y de libertad, a la altura de toda
situación, directa y sin dobleces, entregada con la confianza de los que no tienen
“cola que les pisen”, práctica y resuelta a divertirse en la fiesta y a trabajar
lo necesario, con la convicción de que todo estará bien aunque se requiera empezar
de nuevo…
No sé cómo fue tu existencia más allá de los breves momentos
en que disfruté de tu compañía, en alguna reunión familiar, en alguna visita, pero
la paz de tus ojos y la fuerza de tu risa me parecen evidencias de que tu
corazón estaba satisfecho, verdaderamente agradecido con las cicatrices que lo
surcaban y con el nuevo amanecer de todos los días, con el amor entregado y con
el amor recibido, con la oportunidad de estar en este baile, para bailar
intensa, con tu ritmo y con tu acento, honrando la vida…
Te agradezco el ejemplo, que en estos momentos me golpea
directamente a la cara, que me hace sentir pena por los límites autoimpuestos,
por la distracción que me impide gozar del nacimiento de cada día, por la
pereza que a veces me invade, por la pose, por la angustia, por la
desesperanza; te agradezco porque tu recuerdo me impulsa para ser libre, para
ser intenso, para repetir los mejores momentos de mi mismo y crear otros nuevos…
Tu ser simple y a la vez gigante, completan mi perspectiva
de la grandeza humana, porque te intuyo amada y admirada por muchos, por
aquellos que tuviste cerca, todos los días, y por los otros, que salpicaste de
luz, en alguna comida, en alguna fiesta, en el transcurso de la solución de
algún problema; te intuyo respetada, te intuyo completa…
Te recordaré, Chepita, sobre todo en los días lluviosos, y recordaré
las historias del agua, que en verdad y en metáfora, arrasa y limpia el terreno
para volver a empezar, para levantar y seguir, para nuevamente celebrar la vida…
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